Columnista Invitado 30 junio, 2023 | Hace 1 año
Coatzacoalcos, Veracruz, es un municipio gobernado por Morena en un estado gobernado por Morena en un país gobernado por Morena. Allí, la oposición no pesa. El actual alcalde, Amado Cruz Malpica, ganó las elecciones de 2021 con más del doble de votos sobre el segundo lugar.
Cruz Malpica en su juventud militó en el Partido Comunista Mexicano y sucedió en la alcaldía al también morenista Víctor Carranza Rosaldo. Fue dirigente estatal del PRD en Oaxaca; diputado federal entre 1994 y 1999; director de la Central de Abasto durante la gestión de Andrés Manuel López Obrador como jefe de Gobierno del Distrito Federal, y, a partir de 2016, coordinador de la bancada de Morena en el Congreso de Veracruz, posición desde la que brincó a la candidatura a alcalde.
De 2019 a la fecha, el municipio de Coatzacoalcos –que forma parte de la zona del Corredor Transístmico, donde el gobierno federal promueve la inversión en infraestructura– se ha convertido en epicentro de la violencia criminal en el estado de Veracruz. Buena parte de las actividades delictivas está relacionada con la extorsión. En agosto de ese año fue incendiado el bar Caballo Blanco, provocando 31 muertes. Posteriormente, pasó lo mismo con otros cuatro centros nocturnos: Los Mangos, La Tóxica, El Barbas y La Catrina. En todos los casos se señaló el cobro de piso como motivo de los ataques.
Entre 2020 y 2022, la extorsión llevó al cierre de cinco mil negocios, de acuerdo con Renato Riveroll Rivera, director del Observatorio Ciudadano de Coatzacoalcos, una de las organizaciones que han denunciado la comisión de este delito. Las protestas de los habitantes del municipio llevaron al gobierno estatal a aceptar, en abril pasado, la creación de una unidad antiextorsión, una de las principales demandas ciudadanas. Sin embargo, pasados dos meses, no ha habido alivio. “El problema se sigue dando; no vemos resultados”, declaró hace unos días Riveroll Rivera.
Esta semana, Coatzacoalcos volvió a ponerse bajo el reflector nacional con la denuncia pública del ganadero José Facundo Montalvo Burgos, quien cría búfalos en la congregación de Villa Allende, ubicada en la porción oriental de la desembocadura del río que da nombre a la ciudad.
En un video, el empresario narra que, hace un mes, su rancho comenzó a ser visitado por halcones del crimen organizado, que, entre amenazas, le exigieron que pagara una cuota de “protección”.
Ante sus constantes negativas de cubrir el derecho de piso, el miércoles 21 acudió a hablar con él, el jefe de la banda, quien, de acuerdo con Montalvo, se llama Alejandro Medina Vega. Éste y sus hombres, fuertemente armados, “se nos vinieron encima de manera agresiva, a mí, a mis hijos y a mi esposa, amenazándonos con que teníamos que entrarle a la cuota o que se iban a llevar los búfalos por sus güevos”, acusa el ganadero.
Cuando intentó impedir la acción, uno de sus hijos fue apuñalado. La intervención de los vecinos impidió el hurto, pero los delincuentes advirtieron que regresarían por los animales, cosa que hicieron al día siguiente, cargando con 30 búfalos.
Montalvo fue a presentar la denuncia por robo con violencia, pero cuando volvía a su propiedad, fue interceptado por hombres de Medina Vega, quienes le advirtieron que la retirara o que, de lo contrario, lo matarían a él y a su familia.
“Estamos en un pueblo sin ley”, señala el ganadero en el video, en el que se dirige al gobernador Cuitláhuac García. “Nosotros somos gente de trabajo, nos levantamos temprano, nos acostamos tarde, trabajamos todo el día, de lunes a domingo, incluso en días festivos, con sol o con lluvia. ¿Cómo es posible que ese tipo de gente venga a solicitarnos derecho de piso, porque, según ellos, pertenecen a la delincuencia organizada?”.
Además de solidarizarme con Montalvo, me pregunto a quién puede echar la culpa el oficialismo de la delincuencia en Coatzacoalcos, cuando controla todas las instituciones de gobierno. Veracruz es un estado en el que muchos inocentes están en la cárcel y muchos delincuentes, en la calle, haciendo daño a los ciudadanos de bien, que aún creen en trabajar para salir adelante.