RAMÓN ZURITA SAHAGÚN 3 agosto, 2023 | Hace 1 año
En el país prevalece una especie de seguridad de que los candidatos presidenciales serán mujeres, tanto del partido gobernante como de la alianza opositora.
Es tanta la confianza entre los seguidores de esas corrientes políticas que hasta se aventuran los nombres: Claudia Sheinbaum por Morena y Xóchitl Gálvez por la alianza opositora.
Algunos se preguntan (y hasta las propias aspirantes lo hacen en sus mítines) si México está preparado para que una mujer gobierne el país. Ellas dicen que sí y muchos responden asertivamente, pero otros lo ponen en duda y una de las más grandes que resaltan es si las fuerzas armadas están conscientes de que una mujer será la comandante en jefe de ellos.
No hay demasiados argumentos para cuestionar dichas posibilidades y se van por los más baladíes y le rascan para ver en qué otro sector impactaría fuertemente el gobierno de una mujer.
Las mujeres en México, al menos las que participan en políticas son hembras bragadas, fuertes, con amplio conocimiento político y que les ha costado el doble de esfuerzo que a los hombres escalar los sitios que han detentado.
Se encuentran preparadas para el debate, para el estudio de los temas, discutir planes y proyectos y tomar decisiones difíciles con buen tino. Son catalogadas como más honestas y frías en sus decisiones.
Algunos han ninguneado la participación de las mujeres y hasta cuestionan la equidad de género, señalando que solamente porque la ley lo establece es que algunas de ellas han llegado a ser gobernadoras, senadoras y diputadas.
Puede ser que tengan razón, como también el que muchos hombres han cachado esas oportunidades, pero la amplia mayoría son por méritos propios.
Mujeres presidentas de partidos, ministras de la Corte, magistradas de todos los tribunales, gobernadores, secretarias de Estado, senadores, diputadas, presidentas de las Cámaras, el único sitio al que no han llegado es la Presidencia de la República y eso puede modificarse a partir del 1 de octubre de 2024.
Las encuestas, buenas, malas, tendenciosas, dirigidas o como sean, marcan la preferencia de las mujeres como abanderadas de los partidos, en franca competencia abierta y real, por lo que la fantasía, sueño o elucubración de muchos años, podría traducirse en realidad el año próximo.
Aparentemente, todos los escenarios se encuentran enfocados a que una mujer sea la primera Presidenta de los Estados Unidos Mexicanos a partir del año próximo.
¿Es difícil que las candidatas sean mujeres o que sean desplazadas? Realmente no, las tendencias parecen ser irreversibles, pero todos estamos conscientes de que falta todavía un trecho de cinco semanas para que se conozca la realidad y ver si los sondeos y encuestas esta vez si son reales o sucede como cada ocasión en que las cifras son manejadas al arbitrio de las casas que levantan dichos censos.
Por lo pronto, ante los ciudadanos comunes prevalece el entusiasmo de que sea una mujer la que compita por los dos grandes núcleos de partidos, lo que resta importancia si habrá una mujer candidata independiente o del partido que no se quiere sumar a ninguna de las alianzas. Ellos, simplemente, no cuentan.
Del cúmulo de mujeres que han sido candidatas presidenciales, solamente una (Josefina Vázquez Mota) tuvo posibilidades de competir en igualdad de circunstancia contra los hombres y le faltó apoyo de los militantes de su partido y de los propios gobernantes emanados del mismo organismo político que en términos prácticos la traicionaron.
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El nombre de Jorge Meade avanza en las mediciones de los aspirantes al gobierno de Morelos. Jorge fue diputado federal por el PRI y cuenta con una sólida carrera administrativa en el estado y fue candidato del tricolor hace seis años, fue derrotado, arrastrado por la hecatombe tricolor en todo el país.