Carlos Ramírez 1 agosto, 2022 | Hace 2 años
En los círculos de decisión de alta burocracia de la Casa Blanca están enredados -por no decir que hechos bolas- con los efectos de las sanciones que pudieran derivarse de las quejas de empresas estadounidenses por malos tratos del Gobierno mexicano en el área energética. Sobre todo, hay muchas dudas de que pudiera llegarse el tema de las sanciones arancelarias a México.
La administración de Donald Trump jugó rudo con México en 2020, y amenazó con castigos arancelarios si el Gobierno mexicano no detenía de manera contundente las caravanas de migrantes que se dirigían de Centroamérica a la frontera del río Bravo. Lo interesante del tema entonces estuvo en que la Casa Blanca nunca se detuvo a pensar -o no le interesó- el efecto económico en México de sanciones arancelarias: desaceleración, desempleo y más migración.
Ahora parece que México está jugando rudo con Estados Unidos: la decisión de mantener las restricciones a empresas estadounidenses en el área energética ya pasó la primera de las tres etapas de los conflictos y controversias: las consultas. Ahora vienen los paneles formales y jurídicos de presentación de pruebas y la tercera etapa serán las sanciones económicas que implicarán un castigo productivo a México y estarían desde ahora preocupando por sus efectos recesivos y el aumento en la migración fronteriza.
La Casa Blanca de Biden tendría que llegar a enfrentar -si es que no lo ha hecho ya, a pesar de sus restricciones burocráticas- el dilema que siempre ha estado presente en las relaciones con México: acuerdos comerciales que involucran a empresas o la relación de seguridad nacional que se crea por encima de cualquier controversia. Ante castigos arancelarios, a México le bastará disminuir la vigilancia de su lado fronterizo y dejar que Estados Unidos pague el costo de su arrogancia.
Zona Zero
La frontera México-Estados Unidos tendría, en resumen, cinco temas delicados que afecta más a los americanos: el flujo de droga, el cruce creciente de migrantes ilegales, el contrabando de todo tipo de bienes y servicios, el tráfico de armas y una sociedad agobiada por la violencia, la corrupción y en dominio territorial por todo tipo de organizaciones delictivas binacionales. En términos estrictos, la frontera México-EU es una bomba de tiempo.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh