Rubén Aguilar 20 septiembre, 2022 | Hace 2 años
Hoy día todo se sabe y con el tiempo nos vamos a enterar qué fue lo que el gobierno de Estados Unidos le dijo al presidente López Obrador para que se retractara del anuncio que había prometido dar en el grito del 16 de septiembre.
En la mañanera del lunes 12, ratificado en la del martes 13 de septiembre, el presidente dijo de manera clara para que no hubiera dudas que ya no hablaría sobre las demandas de Estados Unidos a propósito de la violación del T-MEC, por parte de México.
Después de ocho semanas de estar alimentando la confrontación con el gobierno del presidente Biden, en el marco de un ramplón nacionalismo tercermundista, reculó.
Un amigo, con un alto cargo en el actual gobierno, me había dicho que estaba seguro que el 16 de septiembre el presidente anunciaría que México se iba al panel de controversia sin importar el costo de perder, lo que era seguro.
El gobierno de Estados Unidos y el de Canadá no han cambiado su postura inicial de recurrir al mecanismo de solución de controversias estipulado en el T-MEC, por violaciones a éste en materia eléctrica.
López Obrador se retractó. Lo celebro. Los costos de haber seguido en su idea eran dramáticos para la economía del país, las finanzas públicas y un sin número de problemas asociados.
Las razones que planteó el presidente para abandonar su tonta posición son ridículas. Argumenta de manera falsa que quien cambió fue el presidente Biden, como bien lo analiza Jorge G. Castañeda en “El Peje le sacó” (Nexos, 12.09.22).
Es muy evidente que el presidente reculó y se tuvo que tragar todo lo que antes había dicho. De un discurso incendiario en el que descalificó, incluso al secretario del Departamento de Estado, pasó a uno de alabanzas para Biden y su gobierno como bien lo hace ver Raymundo Riva Palacio en su artículo “¿Y el ‘uy que miedo’, presidente” (Eje Central, 13.09.22).
López Obrador cambió de manera radical su postura y ahora sostiene, autodescalificándose, que “no podemos pelearnos, tenemos que buscar que sean buenas relaciones y es una responsabilidad de los gobiernos” y añadió “¿por qué nos vamos a pelear nosotros, los gobiernos, si se afecta a nuestros pueblos?”.
¿Qué fue lo que realmente pasó? ¿Él se dio cuenta de su error y reculó? ¿Alguien le hizo ver que seguir en la línea de la confrontación era una estupidez?
Todo indica que el gobierno de Estados Unidos, con gran discreción, lo obligó a dar marcha atrás. El presidente no admite que no se haga lo que quiere. ¿Buscará venganza? Con el tiempo vamos a saber las razones de haberse retractado, que es lo mejor que pudo haber hecho.
@RubenAguilar