RAMÓN ZURITA SAHAGÚN 1 noviembre, 2022 | Hace 2 años
Del secretario de Gobernación, Adán Augusto López, existen dos versiones: el Adán bueno, que llegó a tomar posesión del considerado Ministerio del Interior o el Adán malo, que se enfrasca en discusiones bizarras con los gobernadores de oposición, por lo que ha sido catalogado como buscapleitos
El tabasqueño era una figura desconocida a nivel nacional cuando fue requerido para formar parte del gabinete presidencial.
Hasta antes de agosto de 2021, el entonces mandatario de Tabasco era un político distante de los reflectores nacionales, con un paso por la Cámara de Diputados y del senado de la República de donde saltó a la candidatura al gobierno estatal.
Como antecedente político fue el primer senador en canjear el suéter perredista por el de Morena, en cuanto este partido recibió el registro como partido político.
Antes de eso navegó en el priismo tabasqueño del que salió para enrolarse en las filas del partido del sol azteca. Como diputado federal, era un de las voces más sonoras del perredismo y en tal carácter se recuerda su acción cuando en ocasión de una comparecencia del entonces secretario del Trabajo, Javier Lozano, lo acusó de corrupto y le arrojó unos billetes de fantasía al funcionario calderonista.
En Tabasco era una figura popular, con cercanía con Andrés Manuel López Obrador, del que se desconocía entonces que era su “hermano” del alma como lo calificó el Ejecutivo federal.
Es en su papel de secretario de Gobernación donde Adán tuvo un magnífico recibimiento, pues mostró oficio político, tendió puentes con la oposición, mostró tacto y enseñó que habría un cambio rotundo en la dependencia que había sido durante los primeros años del sexenio una oficina de simples trámites, con una titular sin participación activa en los asuntos del país.
Todo transcurrió de buenas formas y de súbito el titular de Gobernación alcanzó rango de “corcholata” y quedó sembrado entre los finalistas que disputarán la candidatura presidencial de Morena, reduciendo a tres el número de aspirantes que cuentan con el visto bueno presidencial.
Las formas de Adán fueron respaldadas, incluso cuando se apersonó en el Senado de la República para negociar el respaldo a la prolongación de la presencia de las fuerzas armadas en cuestiones de seguridad pública hasta el año 2028.
Hasta ahí el secretario de Gobernación seguía siendo una figura atractiva para los electores, pero no creció en las encuestas y se mantenía en tercer lugar sobre las preferencias de los aspirantes de Morena.
Es cierto que en el camino había tenido un par de tropiezos mínimos, cuando discutió con una señora sobre la confianza y en otra cuando se retrató como un dulce personaje diciendo que con esa vocecita no podía amenazar a nadie.
Y cuando parecía que Adán vivía en el paraíso surgió su recorrido por todo el país, armado para destacar la presencia de un personaje que se considera como el segundo en la línea sucesoria de Morena, por encima de quien ocupa el segundo sitio en las encuestas (Marcelo Ebrard).
El armado del recorrido de Adán tiene su logística, visitar primeramente los estados en que Morena se mantiene como gobierno, para invitar a la aprobación de la reforma Constitucional, como se requiere en, cuando menos, 17 estados del país, lo que ya se consiguió.
Pero la gira de trabajo sirve también para presentar la figura del secretario de Gobernación como un personaje atractivo, con carácter, capaz de discernir públicamente y hasta de formar polémica, aunque en esto último no le haya ido muy bien.
Inició un intercambio verbal con los gobernadores de MC, Enrique Alfaro y Samuel García, acusándolos de no apoyar la presencia de las fuerzas armadas en cuestiones de seguridad, pero si pedir el apoyo de las mismas en sus terruños. El intercambio de palabras subió de tono y luego hizo lo propio con gobernadores del PAN.
Adán sufrió una mutación y de un carácter afable, amable, negociador y hasta simpático se tornó irascible, voluble, en aras de ganarse a un electorado que ve con resistencia sus posibilidades presidenciales.
Ahora se desconoce cuál es su verdadera personalidad, si es con la que llegó a la Secretaría de Gobernación o la de peleador asumida en los días recientes.
La realidad es que con la segunda no logrará su propósito de ser el candidato presidencial de Morena y sí provocará simplemente polémica o quedará como un buscabulla más.