Rubén Aguilar 30 noviembre, 2022 | Hace 2 años
El 15 de noviembre pasado los habitantes del planeta llegamos a los 8 mil millones, de acuerdo al Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA).
La ONU señala que el 80 % del incremento de la población se dio en los países en vías de desarrollo donde las mujeres no tienen opción de decidir sobre su maternidad.
Hay 257 millones de mujeres que quieren evitar un embarazo, pero no utilizan métodos anticonceptivos modernos y seguros por falta de acceso a estos.
Así, la mitad de los embarazos en el mundo fueron no deseados, lo que significa que 121 millones de mujeres no querían ni planeaban tener un hijo.
Ante las dificultades de las mujeres para ejercer el control de sus propios cuerpos y la maternidad, el 60% de los embarazos no deseados acaban en abortos, de los cuales la mitad son inseguros.
La falta de poder de decisión de las mujeres para evitar tener hijos es una violación de sus derechos humanos, como también que se les prohíba tenerlos para frenar la explosión demográfica.
Es cierto que la tasa de fertilidad va a la baja, pero la población aumenta porque con 2.3 nacidos vivos por mujer todavía se supera la tasa de reposición (2.1 hijos por mujer), con la que la humanidad se mantendría en un número estable.
África tiene el mayor porcentaje de crecimiento demográfico del mundo con 2.5 % anual debido a su elevada fertilidad. Para 2050 la población subsahariana se va a duplicar.
Esto a pesar de que en los últimos años los nacimientos por mujer, en esa región, han descendido de 6.5 a 4.7, pero siguen estando muy por arriba de la media mundial.
La educación y la autonomía económica son fundamentales para garantizar que las mujeres puedan tomar las decisiones libres sobre sus cuerpos.
Se requiere también sistemas de sanidad nacionales que garanticen los servicios de salud sexual y reproductiva que las mujeres necesitan.
En las últimas décadas ha aumentado la esperanza de vida (nueve años más que en 1990) por mejores condiciones sanitarias y de desarrollo en el Sur Global y la efectividad de los programas contra la mortalidad materna e infantil.
El otro lado de la cara de este éxito está la desigualdad de género global, que se traduce en pocas o nulas opciones de elección por parte de las mujeres sobre su maternidad.
El llegar a la estabilidad del crecimiento de la población pasa necesariamente por hacer realidad la igualdad de género. Si no se logra, no será posible.
@RubenAguilar