Rubén Aguilar 16 febrero, 2023 | Hace 2 años
Norma Lucía Piña Hernández (Ciudad de México, 62 años), la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) tiene una sólida estrategia de comunicación que resulta altamente rentable, para los tiempos que corren en México.
El elemento central es el silencio, que en muchas ocasiones se convierte en una poderosa y eficaz palabra. El presidente imprime todas las mañanas un intenso ruido mediático al país.
Solo sabe comunicarse desde la polarización social a través del escándalo, el insulto, la descalificación del otro y la franca mentira. Es el amo de las noticias falsas.
La oposición y buena parte de la prensa se confrontan todos los días con el presidente a partir del guion que establece en las mañaneras, precisamente para que le contesten.
Vive de esa confrontación de la que deriva el material cotidiano para dar a sus bases lo que estas quieren oír. El guion es simple: es el bueno que heroicamente todos los días se enfrenta a los malos.
La ministra Peña Hernández se ha salido de la estrategia de comunicación que impone el presidente y se mueve desde la que ella ha diseñado, que en una sociedad polarizada e intensamente mediática resulta no solo novedosa sino también poderosa.
Quien la presidió en la responsabilidad, el ministro Arturo Zaldívar, era muy propenso a estar presente en los medios. Con frecuencia hacía declaraciones con clara intención de posicionarse en ellos.
Era también un acólito fiel del guion de comunicación y de acción que le marcaba el presidente. Su discurso lo seguía al pie de la letra. Por lo mismo terminó su gestión con rechazo social y tiró por la borda el prestigio que antes había ganado.
La ministra hace suyo un dicho proverbial entre los magistrados que Zaldívar violentó todos los días de su gestión: La Corte solo habla a través de sus sentencias.
El presidente no sabe qué hacer cuando no se le responde y cae en su juego. Se desconcierta porque solo sabe atacar y contratacar, pero cuando no se le hace caso no sabe cómo reaccionar mediáticamente.
Tampoco sabe qué hacer con las personas, que como Piña se han construido desde abajo sin ser favorecida para progresar por sus relaciones políticas y sociales, como es el caso del presidente que sin el apoyo decidido de Cuauhtémoc Cárdenas jamás hubiera llegado al sitio donde está.
El presidente, defensor acérrimo del patriarcado, no sabe relacionarse con mujeres, como la ministra Piña Hernández, que tienen una poderosa trayectoria profesional, para el caso alguien a la que todos consideran una abogada brillante, sólida penalista y fuerte defensora de los derechos humanos.
Es una ministra que siempre ha dado muestras de contar con criterio propio y posiciones bien fundadas, lo que le permite tener solidez y seguridad en lo que propone y defiende. No importa si es solo ella la que sostiene tal o cual punto de vista. Asume la imparcialidad como un valor fundamental para ejercer su función.
La estrategia de comunicación de Piña Hernández desde ya le está dando buenos resultados. Se sabe cabeza de uno de los tres poderes del Estado y queda claro que va a defender su autonomía. Ella plantea que la “independencia judicial no es un privilegio sino una garantía indispensable”.
Eso el presidente no lo entiende. Ahora tiene a una mujer, sencilla y afable, pero también consciente de ser la responsable de uno de los poderes del Estado. Ese papel exige la estrategia de comunicación del silencio, para que sean los hechos los que hablen.
Twitter: @RubenAguilar