Rubén Aguilar 21 julio, 2023 | Hace 1 año
Ante la irrupción de Xóchitl Gálvez en la contienda electoral, el presidente López Obrador se ha propuesto aniquilarla políticamente a partir de insultos y mentiras.
El pasado 13 de junio, cuando la senadora Xóchitl Gálvez dijo quería participar en la elección interna del Frente Amplio por México para obtener la candidata a la presidencia de la República, cambió de manera radical el tablero político del país.
El presidente López Obrador desde que asumió el poder lo había venido construyendo con mucho cuidado y daba por seguro que su corcholata preferida, ganaba la presidencia de la República en 2024.
La irrupción de Gálvez a la contienda electoral despierta tal interés, entusiasmo y simpatía en muy amplios sectores de la sociedad, que abre un nuevo espacio en la realidad electoral del país.
Para este sector -es evidente que todos los días se suman más- Gálvez es realmente competitiva y podría ganar la presidencia en 2024 como lo hizo Fox en 2000 y López Obrador en 2018.
Esta posibilidad saca de quicio al presidente, que supuestamente tenía todo bajo control, para hacer que su proyecto se prolongara en la próxima contienda electoral.
Ante la nueva realidad, López Obrador se ha propuesto aniquilar políticamente a la senadora Gálvez a partir de insultos y mentiras.
Esta estrategia no es nueva en él, tiene más de 25 años recurriendo a ella, pero ahora la ha intensificado a niveles nunca vistos. Cada mañana manifiesta su desesperación.
Desde la cumbre del Poder, el presidente está dispuesto a todo para eliminar políticamente a Gálvez, a la que asume como su peor enemiga. La ha decretado un peligro para México.
En su intento el presidente dispone de recursos, los del Estado mexicano, que Gálvez no tiene. Eso le da ventajas, pero no le garantiza la victoria. La realidad es compleja.
Las viscerales agresiones y francas mentiras del presidente le abren a ésta un flanco de peligro. Cualquiera de los simpatizantes de López Obrador se puede sentir invitado a agredir físicamente a la senadora. De palabra ya lo hacen.
La importancia que Gálvez tiene ahora en la vida política nacional, misma que habrá de incrementarse en las próximas semanas, la obliga a considerar medidas de seguridad, para protegerse de una posible agresión física.
Es algo que resulta molesto, que no va con ella, pero lo tiene que hacer. Ella en el Ejército cuenta con muchos simpatizantes del más alto rango, que podrían asesorarla.