RAMÓN ZURITA SAHAGÚN 10 noviembre, 2022 | Hace 2 años
Son frecuentes los relevos que aplica el presidente López Obrador en su gabinete legal y ampliado. Los más de ellos producidos por la inmovilidad y oscuridad que mantienen los integrantes de estos grupos.
Una máxima prevalece entre los miembros del gabinete: Calladitos se ven más bonitos y afianzan sus espacios.
Hombres y mujeres seleccionados para ocupar estas importantes plazas deciden abandonar la nave, principalmente por el hastío que les produce estar dentro de un grupo que carece de unidad y se remite a serlo solamente de ornato.
La mayor parte de las secretarías han tenido movimientos constantes, pasando hasta tres o cuatro personajes, hombres y mujeres por esas posiciones, sin que ninguno sobresalga más que los otros.
En el gabinete no se tienen ideas propias, ni se presentan los avances de los proyectos desarrollados y solamente el Ejecutivo federal es el encargado de dar información sobre los temas.
Varios secretarios de Hacienda, otros más de Educación Pública, la de Economía, Bienestar, la de Medio Ambiente y la Secretaría de Infraestructura y Comunicaciones y Transportes, han tenido cada una de ellas tres recambios en los cuatro años del sexenio.
Del gabinete original con que inició el presidente López Obrador, y que él mismo consideraba de lujo, pocos quedan en sus cargos iníciales. La titular de Energía, Rocío Nahle; el de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard; Agricultura, Víctor Villalobos; Salud, Jorge Alcocer; Trabajo, Luisa María Alcalde; Cultura, Alejandra Frausto; Sedatu, Román Meyer y los de Marina, José Rafael Ojeda y Defensa, Luis Cresencio Sandoval.
Si se revisa la participación de todos estos personajes en la transformación del país, poco es lo que se sabe de ellos, su trabajo, ya que fuera de Marcelo, que tiene una cargada agenda de trabajo, y Nahle que eventualmente aparece, el titular de Salud que ni siquiera fue protagónico durante la pandemia y los titulares de las fuerzas armadas, los demás brillan por su opacidad en el manejo de sus temas, al igual que los demás miembros del gabinete.
Durante mucho tiempo, los miembros del gabinete fueron considerados como simples floreros, ya que solamente se encontraban para adornar las conferencias mañaneras del Ejecutivo federal.
Cuatro años después no ha cambiado la perspectiva y salvo honrosas excepciones, los titulares de las distintas dependencias no son capaces de externar declaración alguna o fijar posiciones de su dependencia fuera del área de las mañaneras.
Hay personajes que son totalmente anodinos, tanto que ni siquiera los osados periodistas que gozan de amplia experiencia pueden situar los nombres de cada uno de los integrantes del gabinete.
Alejandra Frausto, Víctor Villalobos y Román Meyer, son los más desconocidos de los secretarios originales, mientras que otros más de reciente ingreso son apocados y sin reflejo propio, por lo que no vale la pena saber sus nombres, por su paso tan fugaz.
Nunca un gabinete había sido tan opaco como el actual y sus miembros sin luz que los guíe en su camino burocrático, por lo que pasarán tan anodinamente como llegaron a los cargos.
Los floreros siguen siendo la forma referencial de conocer a los secretarios del actual gabinete.
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No me voy a dejar, ni a rajar. Sé dónde estoy parado, dijo Ricardo Monreal Ávila ante los embates de la gobernadora de Campeche, los que afirma, vienen del lado de Claudia Sheinbaum. El coordinador de los senadores de Morena dijo que es necesaria la reconciliación dentro del grupo donde milita, ya que no cree en el odio y si en la reconciliación. De acuerdo con los acontecimientos recientes cada día se advierte más polarizada la sucesión presidencial.