Carlos Ramírez 11 agosto, 2023 | Hace 1 año
La internacionalización de los cárteles mexicanos ha sido documentada en los últimos diez años como parte de la expansión del consumo de drogas, pero Ecuador nos acaba de recordar que los intereses están generando crímenes políticos de alta visibilidad.
Una facción del Cártel de Sinaloa del Chapo Guzmán y de los Chapitos -es decir: la parte de la producción y comercialización del fentanilo- acaba de estallar un colapso político con el asesinato del candidato conservador, Fernando Villavicencio, quien había denunciado públicamente a los capos locales de la droga y había amenazado con usar el poder si ganaba las elecciones.
Desde el ejemplo colombiano de Pablo Escobar Gaviria de un capo de la droga que fue diputado y que quería ser presidente de la nación no se había visto otro activismo criminal en los sistemas políticos de gobierno. El Cártel de Sinaloa, de El Chapo no pareció, hasta ahora, estar interesado en influir directamente en la política, pues su capacidad de corrupción le garantizaba la impunidad en sus operaciones.
La crisis en Ecuador es un aviso de que los cárteles de la droga se están internacionalizando -el modelo transnacional que caracterizó el presidente Obama- y sobre todo están metiéndose en acciones políticas que estarían redefiniendo ejercicios de Gobierno.
En México, en las elecciones de 2021 se detectaron actividades criminales para beneficiar a determinados candidatos y partidos entonces en expresiones locales, de tal manera que las organizaciones criminales pudieran tener espacios de decisiones gubernamentales a su favor y a su servicio, aunque pudieron haberse detectado dos o tres casos de políticos con actividades delictivas de sobra conocidas.
La criminalización de la política está invadiendo el día a día de las sociedades latinoamericanas.
Zona Zero
• Los pocos datos que se tienen indican que cárteles o liderazgos criminales mexicanos se están asociando con las dos principales organizaciones delictivas mexicanas –Sinaloa y Jalisco-, pero que hasta la fecha no se percibe la existencia de una mente maestra en ambas organizaciones que pudiera estar construyendo un imperio verdaderamente transnacional para sus actividades delictivas. Inclusive, las células de esos dos cárteles dentro de Estados Unidos sólo funcionan para el tráfico y la venta de drogas, pero hasta ahora no han generado figuras dominantes involucradas en actividades políticas.
(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.
@carlosramirezh