Carlos Ramírez 17 julio, 2023 | Hace 1 año

“Cocagate” en Casa Blanca debe derivar en Watergate

El reporte final del FBI sobre la cocaína encontrada en la West Wing –ala oeste– de la Casa Blanca terminó en un carpetazo exonerador y sin señalar culpables, a pesar de las referencias en medios de comunicación importantes de que podría haber sido propiedad de Hunter Biden, hijo del Presidente.

A diferencia de la investigación periodística del escándalo Watergate del presidente republicano, Richard Nixon, el Cocagate del presidente demócrata Biden parece tener la complicidad mediática para no investigar uno de los asuntos desafiantes para definir un tema de seguridad nacional: si alguien pudo meter y abandonar evidencias de cocaína en el espacio presidencial, entonces cualquier otro producto más letal pudiera ser introducido bajo las narices del Servicio Secreto y del FBI.

El tema del Cocagate forma parte de las irregularidades cada vez más constantes del presidente Biden, sobre todo porque se ubican en el escenario de su casi segura nominación como candidato demócrata a un segundo período: los problemas de concentración mental del Presidente, sus malos humores insultando a sus colaboradores revelados por la prensa, sus cada vez más constantes tropiezos al caminar o al subir las escaleras del Air Force One y los testimonios grabados de Biden toqueteando a mujeres (el caso de Eva Longoria) y a niños.

Y si se agregan los gazapos públicos como el que confundió a Ucrania con Irak y le dijo Putin al presidente ucraniano Zelenski, el mundo mira pasmado a un presidente con 81 años y severos problemas de concentración mental –para decirlo en buenos términos– que busca otros cuatro años en la Casa Blanca.

La única justificación demócrata y de los medios antes críticos para ocultar o disminuir el deterioro de la calidad presidencial de Biden radica en la posibilidad de que el expresidente republicano, Donald Trump, sea el beneficiario.

Zona Zero

• El despliegue de la Guardia Nacional en toda la República y la rapidez con la que asigna partidas militares a zonas donde existieron graves conflictos de inseguridad, violencia y crímenes no parece preocupar al crimen organizado porque es asumido sólo como acto disuasivo y no forma parte de labores de inteligencia y decisión operativa para desmantelar a las bandas criminales. Sin embargo, la sola presencia de seguridad no intimida a los delincuentes.


(*) Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

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