RAMÓN ZURITA SAHAGÚN 16 mayo, 2023 | Hace 2 años
Confianza es la palabra que más suena en el argot de la sucesión presidencial. ¿Quién de las tres “corcholatas” garantiza ese término? Aparentemente son las tres, aunque alguna de ellas otorgue otros alicientes.
Al momento de tomar la decisión final, impactarán dentro del resultado, otras palabras, lealtad, seguridad, confiabilidad, certeza, para inclinar la balanza, después de conocer los resultados de las encuestas levantadas con ese propósito.
El presidente López Obrador conoce las virtudes y defectos de cada uno de los participantes en la sucesión presidencial, guarda una relación añeja con cada uno de ellos, aunque la más añeja sea con Adán Augusto, es también el que más tarde se sumó a su lucha.
La relación de López Obrador con su paisano ocurrió en razón de ser hijo de Payambé López Falconi, el notario de confianza del hoy Presidente de la República, sin que ello significase que el actual secretario de Gobernación se sumase a su lucha, ya que era un veinteañero que militaba en el PRI, partido que dejó hasta inicios del siglo XXI, cuando Marcelo y Claudia ya eran parte del conglomerado lopezobradorista.
Mientras López Obrador competía por el gobierno del DF, Adán Augusto coordinaba la campaña al gobierno de Tabasco, del priista Manuel Andrade y punto estuvo de ser gobernador interino de Tabasco, al anularse los comicios de aquel 2000.
Mientras ocurría eso, Marcelo se había bajado de la candidatura al gobierno del DF y sumado a la campaña del entonces candidato perredista Andrés Manuel López Obrador, quien ganó respaldado por esos dos o tres puntos de los seguidores del hoy secretario de Relaciones Exteriores, aunque su relación databa desde los tiempos en que era uno de los principales operadores de Víctor Manuel Camacho Solís y conoció al tabasqueño en sus desplazamientos de protesta a la capital del país.
En esos momentos del año dos mil de tantas definiciones, Claudia Sheinbaum comenzó a colaborar con López Obrador en el gobierno capitalino. Desde entonces se convirtió en una imprescindible del hoy Presidente, tanto por su eficacia como por su afecto.
La relación de los tres personajes con el Presidente se mantiene cercana, destacando la participación de ellos en su gobierno, aunque el de Claudia le vino por votación popular y el de los varones por eficacia en sus actuaciones.
Adán y Marcelo han solucionado varios atorones del gobierno federal y son, tal vez, los únicos dos de sus colaboradores que tiene vida propia, con sus participaciones en distintos asuntos de la administración federal.
El secretario de Gobernación se integró a mitad del gobierno y su actuación ha sido eficiente, contando con luz propia y estableciendo relaciones que le podrían beneficiar si es el seleccionado para encabezar a Morena.
Marcelo es el de mayor presencia a nivel internacional, donde ha cumplido con una buena labor como bombero en muchas emergencias y se suma a ello su lealtad, al ceder en dos ocasiones su eventual candidatura, para darle paso al hoy Presidente.
Claudia ha sido la eterna colaboradora de López Obrador y se le puede endosar el término de su mejor discípula. Con ella juega a su favor la posibilidad de convertirse en la primera mujer en alcanzar la Presidencia de México.
Habrá que ver cuál es la decisión final y a favor de quién de ellos o de ella impactan más los conceptos que de confianza, lealtad, confiabilidad, certeza y seguridad, se tienen, además de garantizar el triunfo y la continuidad de la 4T. Dos de ellos (Marcelo y Adán) tienen pasado priista, ella (Claudia) no.
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Otra más del general secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, relacionados con exceso de gastos, que no van acorde con sus ingresos. Se trata ahora de la adquisición de un departamento de lujo valuado en 30 millones de pesos y que adquirió por 9 millones a una proveedora de la dependencia militar.