Roberto Santiago 27 abril, 2023 | Hace 2 años

Desplome del PRI entró en tobogán desde 2016

El desplome del Partido Revolucionario Institucional (PRI) entró en tobogán en la segunda mitad del sexenio de Enrique Peña Nieto y tomó velocidad de vértigo durante la administración de Andrés Manuel López Obrador.

El tricolor fue capaz de recuperar la presidencia en 2012 porque mantenía una clara superioridad en poder territorial sobre sus rivales. El verdadero ocaso de la organización creada en 1929 empezó cuando, después de 87 años, en 2016 por primera vez dejó de controlar la mayoría de las gubernaturas y retuvo apenas 15 de las 32 entidades.

Una vez que traspasó esa frontera antes inexpugnable, sobrevino una decadencia tan veloz que solo siete años después se convirtió en una tercera fuerza que coquetea más con el cuarto que con el segundo escalafón del poder político.

Un análisis de datos electorales realizados por MILENIO muestra que el PRI pasó de 29 gubernaturas en 1994 a 15 en 2016 y tres en la actualidad.Y dos de ellas –Estado de México y Coahuila– son las únicas que están en disputa este año: la mejor noticia de 2023 para el otrora partido hegemónico sería no perder ninguno más. La peor sería llegar a las elecciones federales de 2024 con solo un gobernador, el de Durango.

A pesar de los enfrentamientos internos en el PRI, y de lo que pueda convenir a las distintas camarillas en pugna, las coaliciones con el Partido Acción Nacional (PAN) y algún otro socio menor (el de la Revolución Democrática) se han convertido en la esperanza de sobrevivencia para la organización.

Aunque la pérdida de la Presidencia, en el año 2000, fue señalada por algunos como el fin de su predominio, en realidad logró sostenerlo aún cuando formalmente estuvo en la oposición. El control territorial le permitió recuperar una mayoría relativa en el Poder Legislativo, tan pronto como en 2003, y reconquistar el Ejecutivo, en 2012.

El gusto no le duró mucho tiempo. Visto desde una perspectiva amplia, el PRI pasó de tener 300 diputaciones federales en 1994 a conseguir apenas 70 curules en los comicios de 2021. Y de los 64 senadores que tenía al inicio del sexenio de Ernesto Zedillo descendió a 21 escaños obtenidos en 2018.

Durante 87 años, desde su creación en 1929 hasta las elecciones locales de 2016, el PRI siempre conservó todas o la mayoría de las gubernaturas. Esa fue la clave para reconquistar poder cada vez que perdía algo.

En 1997, cuando perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, a medio mandato de Ernesto Zedillo, estaba en un declive que lo llevó a ceder la Presidencia en 2000. Tocó fondo en 2003: había pasado de tener un 51 por ciento de votos en 1994 a solo un 24 por ciento en ese año.

Pero rescató su poder territorial: una mejor distribución de sus victorias le permitió recuperar la mayoría relativa en la Cámara, con 224 diputados, a pesar de que el PAN había obtenido un porcentaje mucho mayor (31 puntos), pero solo 151 curules.

En 2003, el PRI controlaba 17 gubernaturas frente a 9 del PAN y 6 del PRD.

La polarización de las presidenciales de 2006, entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador, generó un fenómeno de repartición del voto útil que dejó como damnificado principal al PRI y su candidato derrotado, Roberto Madrazo, que condujo a su partido, por primera vez en su historia, a un lejano tercer lugar en votos y escaños.

Pero desde el año anterior, 2005, había empezado a recuperar gubernaturas, y una vez superado el impacto de Madrazo, el PRI volvió a ganar la mayoría relativa, y casi la absoluta, en 2009.

Ya estaba a plena marcha la vasta operación político-mediática que colocó a Enrique Peña Nieto en la Presidencia en 2012. Fue tan eficaz que, con solo el 33 por ciento del voto válido nacional pero con 19 gobernadores en campaña, casi le permitió ganar también la mayoría absoluta en la Cámara.


Con información de Milenio.


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