Rubén Aguilar 15 febrero, 2023 | Hace 2 años
El objetivo de la despenalización y regulación de las drogas es privilegiar un enfoque basado en la salud pública y en la reducción de estigmas, por encima de uno de corte punitivo.
El pasado tres de febrero, Australia se convirtió en el primer país del mundo en legalizar los hongos alucinógenos para uso médico. Antes podían ser utilizados en ensayos clínicos controlados, pero ahora las autoridades médicas australianas decidieron su uso terapéutico tras encontrar “suficiente evidencia sobre sus potenciales beneficios en ciertos pacientes”. A partir de julio de este año, los médicos psiquiatras podrán recetar estas substancias en caso de depresión y estrés postraumático.
Los especialistas que trabajan en el campo de la salud mental aplauden la decisión de las autoridades porque estas sustancias pueden ayudar positivamente a las personas atendidas por ellos.
El pasado enero Oregón se convirtió en el primer estado de Estados Unidos en legalizar el uso médico de los hongos alucinógenos, para poner en operación el resultado de una consulta popular que hace dos años aprobó esta medida. En la provincia de Columbia Británica, Canadá, el pasado dos de febrero entró en vigor la extensión de una ley federal que permite la posesión para uso personal de ciertas drogas, que se consideran duras. Portugal y Estonia ya habían tomado medidas similares.
Es un proyecto piloto que se va a extender por tres años y tiene como objetivo privilegiar un enfoque basado en la salud pública y en la reducción de estigmas por encima de uno de corte punitivo. La ministra de Salud Mental de Columbia Británica, Jennifer Whiteside, afirma que “en vez de tratar a estas personas como delincuentes, se les dará cuidado y compasión. Tendrán acceso a información”.
Esta provincia es la más golpeada por la epidemia de opiáceos y la que ha tenido el mayor número de muertes a consecuencia de sobredosis. Se calcula que son más de 11 mil personas las que han perdido la vida por esta causa.
De acuerdo con la disposición, los ciudadanos mayores de 18 años podrán poseer para consumo personal un máximo de 2.5 gramos de cocaína, metanfetamina, MDMA y ciertos opiáceos (como heroína, fentanilo y morfina). La policía no podrá confiscar dichas sustancias y los consumidores estarán a resguardo de multas, arrestos o acusaciones. A cambio, recibirán información sobre los recursos sociosanitarios a su disposición.
Ya la policía ha recibido cursos para actuar en el marco del nuevo enfoque de salud pública. Se les ha enseñado que la despenalización contribuye a alejar a las personas que consumen drogas de la esfera judicial, para dirigirlas a los servicios de atención social. La medida no implica la legalización sino la despenalización para reducir, en la medida de lo posible, el estigma, el miedo y la vergüenza que sienten los que consumen estas drogas en calidad de enfermos.
Columbia Británica ha destinado 320 millones de dólares estadounidenses para en los próximos tres años luchar contra esta crisis que, entre otras cosas, implica una campaña de información destinada a la población general, que explica el concepto y las bases de la despenalización. El pasado octubre una encuesta en Canadá dio como resultado que el 40 % de los encuestados apoyaba la idea de despenalizar todas las drogas para uso personal. Apenas un año antes, la opinión era del 33 %.
La tendencia mundial, en unos países más rápido que en otros, es despenalizar la posesión individual de todo tipo de drogas. Se ve que su consumo es una decisión personal y no del Estado. Ante el fracaso de la política punitiva y de guerra contra las drogas, que se hace presente todos los días en todos los países del mundo, es necesario avanzar en la línea de la legalización y regulación de todas ellas.
@RubenAguilar