Rubén Aguilar 13 marzo, 2023 | Hace 2 años
La obra se publica en 1900 y reúne 13 relatos con historias estructuradas a partir de planteamientos teológicos. Los artistas y los niños, seres privilegiados, son los encargados de contar a Dios cómo es el hombre.
Historias del buen Dios (Universidad Veracruzana, 2019) es el segundo libro de narrativa de Rainer María Rilke (1875-1926), escrito bajo el influjo del viaje que en 1899 hizo por Rusia en compañía de la escritora Lou Andreas-Salomé.
En esta ocasión, Rilke conoció a Tolstoi y entró en contacto con la religiosidad y la mística ortodoxa de la que derivó la creencia de que Dios está presente en todas las cosas, en todos los lugares y en todas las personas.
La obra se publica en 1900 y reúne 13 relatos con historias estructuradas a partir de planteamientos teológicos. Los artistas y los niños, seres privilegiados, son los encargados de contar a Dios cómo es el hombre.
Los seres humanos no pueden sujetar a Dios entre sus manos y Dios deja a los seres humanos libres. Rilke invita a la experiencia religiosa con toda su fuerza enigmática y al tiempo desgarradora.
El hilo conductor de los relatos es un maestro de escuela que pide al poeta unos cuentos para contárselos a sus pequeños alumnos. Estas parábolas se sitúan en un tiempo y en un espacio indefinidos.
Rilke nos conduce hacia al punto origen: en el principio Dios era verbo, palabra y silencio, que pone fin al caos cuando habita en el interior de toda la creación y de cada cosa creada.
Dios es un creador, y como tal un artista. El artista, entonces, ¿es como Dios? La obra de Dios, como la del artista, es incompleta y siempre está en construcción. Es cambio y movimiento constante. Dios humanizado es una experiencia interior cuya profundidad se abre a la eternidad.
Los relatos son parábolas, de lenguaje sencillo, pero su estructura resulta compleja y no fácil de entender. Cada relato posee una carga simbólica, que encierra el misterio divino.
Estas parábolas se proponen abiertas a la interpretación del lector y esta apertura las convierte en una invitación al cuestionamiento de la experiencia de lo divino.
Los niños son los depositarios de la revelación de Dios y el narrador siempre termina su exposición con “haga saber esta historia a los niños” porque son ellos quienes más disfrutan del misterio del buen Dios.
Es a ellos, a quien más fácil resulta comprender la esencia de lo divino, porque se encuentran en un estado cercano a la pureza, poseen una mirada sin filtros y prejuicios.
Rilke sacraliza la infancia y trasmite la nostalgia de los tiempos que se han ido, que hacen referencia al estado natural del sabio y el poeta, que son fuente de la sensibilidad, la reflexión y la imaginación.
Historias del buen Dios nos proporciona una mirada distinta, para hablar de Dios como vivencia y no como concepto filosófico o teológico.
La edición de la Universidad Veracruzana cuenta con el prólogo de Alfonso Colorado, que ofrece una mirada del contexto histórico que vive el poeta y nos proporciona datos claves, para entenderlo.
Historias del buen Dios
Rainer María Rilke
Universidad Veracruzana
Jalapa, Veracruz, 2019
pp. 141
Versión original: Traducción del alemán al español de Miguel Nicolau.
@RubenAguilar