RAMÓN ZURITA SAHAGÚN 9 agosto, 2023 | Hace 1 año
Si en algo ha fallado la 4T es en el tema de la inseguridad y la violencia, que se refleja ya en todo el país. La sangre se reparte por todos los estados y no hay uno sólo en que se consiga frenar la ola expansiva de la violencia.
Hace unos pocos meses, la violencia se encontraba concentrada en una decena de entidades, en otras se percibía con bajo nivel y en muy pocas no existía o se presentaban brotes esporádicos.
Sin embargo, en los meses recientes, el contagio ha sido virulento. Estados que no tenían la violencia y la inseguridad como un problema serio, lo tienen en la actualidad.
La violencia se manifiesta de formas distintas y hay quienes se aprovechan de la situación, para avivar el fuego e intentar sacar provecho de ello.
Los delitos por narcotráfico se acrecientan y se suman a ellos los de extorsión, chantajes, amenazas y se empatan con impunidad, desidia de las autoridades, además de no contar con un programa para prevenir el cáncer de la violencia.
Diversos especialistas consideran que las causas de la violencia son:
Las fallas en el sistema educativo;
La mala política de seguridad;
Los malos elementos policiacos;
La desigualdad económica;
La delincuencia organizada;
El tráfico ilegal de armas y drogas;
La desintegración familiar; y
Por la corrupción.
Como se advierte se tienen identificadas las causas de la violencia e inseguridad, entonces que falla, tal vez sea la carencia de operatividad de los cuerpos de seguridad pública, la falta de un programa rector y el haber dejado todo en manos de una sola corporación que ha demostrado su total ineficacia.
Es ampliamente conocido que la Guardia Nacional fue un intento fallido y que no resuelve nada y mucho menos previene. En cada masacre o evento violento, tarda mucho en reaccionar y llega cuando ya se cometieron los crímenes y los infractores huyeron sanos y salvos.
La investigación es otro capítulo de fracaso, ya que no se tiene una policía investigadora y los pocos que atienden este renglón, carecen del conocimiento necesario, para ofrecer resultados.
Avanza de manera considerable en la república la contaminación de inseguridad y violencia y pocos resultados se obtienen en su prevención. Estados como Tabasco que no eran centro de enfrentamientos, lo son ya y el contagio avanza hacia otras entidades del sureste mexicano.
Chiapas es un polvorín, Baja California, nos presenta un panorama desalentador. En Sonora, Sinaloa, Chihuahua y Nuevo León crece la inseguridad y la violencia.
Michoacán, Guerrero, Guanajuato, Zacatecas, Tamaulipas, Colima, Nayarit, Veracruz, Morelos y San Luis Potosí se alternan las crisis violentas.
En Puebla, Querétaro, Hidalgo, Durango, Baja California Sur, es relativamente baja la intensidad violenta, aunque tiene sus sucesos alarmantes. Oaxaca y Chiapas con sus disputas por tierras, ponen su granito de arena. Tlaxcala, Coahuila, Campeche y Yucatán, son la excepción de la regla y CDMX tiene sus chispazos.
En realidad, todo el territorio nacional tiene sus eventos críticos, unos más que otros, sin que el gobierno federal encuentre la forma de, siquiera, aminorarlos.
Uno de los grandes temas que dejará pendiente el actual gobierno, será el de la inseguridad y violencia, que fue uno de los capítulos a los que se comprometió el presidente López Obrador y que quedará a deber, por lo que la próxima administración deberá traer un programa sólido, real y oportuno, para evitar que el país continúe desangrándose.
El tema será una de las grandes discusiones de los partidos que pretenden gobernar el país el próximo sexenio.