Columnista Invitado 27 enero, 2023 | Hace 2 años
Por las razones que fueran, Guillermo Sheridan hizo lo que haría cualquier periodista con esa información. Tenía constancia de que la tesis de licenciatura de la ministra Yasmín Esquivel había sido publicada en 1987 y era casi idéntica a otra publicada un año antes por el entonces alumno Édgar Ulises Báez. El golpe fue brutal y no sólo descarriló la posibilidad de que la ministra Esquivel compitiera por la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (esa información se divulgó diez días antes de la elección y en plenas fiestas decembrinas), sino que también generó numerosas demandas para que la ministra renunciara a la Corte e incluso para que le fuera retirado su título de licenciada.
La reacción de la UNAM, apresurada y tibia ante esos reclamos: constató el plagio con la fecha de publicación de ambas tesis y mandó el caso a la SEP para que decidiera qué hacer con el título. La SEP lo regresó a la UNAM, argumentando que no era su atribución dar o quitar títulos. Y la UNAM dijo que había un vacío reglamentario al respecto. El presidente López Obrador aprovechó la tibieza de la rectoría para golpear, a su vez, a una Universidad Nacional que nunca ha estado en el centro de sus afectos.
En diciembre, antes de la elección en la Suprema Corte, la Universidad Nacional se apresuró a condenar a Esquivel basándose sólo en las fechas de publicación de las tesis. Pero no escuchó otros testimonios, incluso el de Esquivel. Ahora las cosas parecen estar cambiando y ha decidido lo que tendría que haber hecho originalmente: darle derecho de audiencia a la ministra.
Cuando estalló el caso, el 22 de diciembre, entrevisté para Excélsior a Yasmín Esquivel (se publicó el viernes 23 de diciembre, cuando comenzaban las vacaciones navideñas) y allí me aseguró que ella había comenzado su tesis en 1985 y que había constancia de ello. En esos días, esa declaración fue prácticamente ignorada.
Esto fue lo que nos dijo la ministra Esquivel aquel 22 de diciembre. “Yo inicié ese trabajo en 1985 y lo culminé en 1987, cuando hago el trámite para el examen de licenciatura y defiendo esa tesis en el examen para obtener la cédula profesional. Yo inicié ese proyecto en 1985, como lo ha señalado la maestra Martha Rodríguez Ortiz, una maestra que frecuentemente asesoraba a muchos alumnos, daba clases en la UNAM y en la FES Aragón, y era auxiliar y asesora en el seminario de derecho laboral, que estaba a cargo en aquel entonces del doctor Hugo Ítalo Morales.
“Trabajé —me decía entonces la ministra EsquivelMossa— intensamente durante dos años ese proyecto, lo presenté a la directora de tesis y cumplí puntualmente y a cabalidad todos los requisitos para obtener el grado de licenciada en derecho. Tanto la Universidad Nacional como la directora de tesis, los sinodales del examen e incluso el propio director del seminario de derecho laboral han expresado que se cumplió a cabalidad y que yo conocía perfectamente la tesis completa en todos sus términos e hice la defensa de la misma ante los sinodales, por cierto, agregó, con un reconocimiento a la tesis y una felicitación especial por la exposición”.
Esa entrevista, como decíamos, fue ignorada. Pero ahora resulta que sí hay constancia de lo que me dijo la ministra Esquivel: que la tesis sí estuvo desde 1985, un año antes de la del alumno Báez, la que había sido supuestamente plagiada, porque su articulado está registrado desde entonces. Sabemos también que la directora de tesis, Martha Rodríguez(suspendida por la UNAM sin escuchar tampoco su testimonio), aceptó que distribuyó la tesis de Esquivel a otros alumnos, incluyendo a Báez, la que entonces también dirigía. Sabemos que Édgar Ulises Báez, que en tres entrevistas había dicho que nunca había plagiado nada y que no había firmado documento alguno ante un notario, mintió y, filmación mediante, sí había reconocido ante notario público que tomó partes de la tesis de Esquivel para redactar la suya. Y también sabemos que el examen profesional de Esquivel se dio después del de Báezporque la ahora ministra estaba realizando aún su servicio social y por eso la fecha de publicación fue un año después.
Hoy parece ser políticamente incorrecto incluso poner en negro y blanco estos datos porque la ministra, para buena parte del tribunal de la opinión pública, ya ha sido juzgada y condenada. Pero creo que sus argumentos son suficientes para ser, por lo menos, escuchada, se esté de acuerdo o no con las resoluciones que haya adoptado en la Corte. Asumiendo también que su carrera judicial de más de tres décadas es reconocida por propios y extraños en ese poder. No se trata de simpatías o no de López Obrador, sino de la carrera de toda la vida de una ministra de la Suprema Corte.
Seamos serios. La muy respetable y respetada UNAM debe asumir con autonomía e independencia su responsabilidad, escapar de las trampas de unos y otros, estudiar a fondo el caso Esquivel, dar derecho de audiencia a quien sea que esté involucrado en el caso y decidir en consecuencia. Y debe hacerlo rápido. En esto no hay que ser políticamente correctos, simplemente hay que hacer justicia con base en datos y hechos en un tema trascendente para el Poder Judicial y la vida universitaria.