Carlos Ramírez 7 junio, 2022 | Hace 2 años
La conclusión más certera del resultado electoral de las seis gubernaturas en disputa el domingo 5 de junio se puede resumir en tres escenarios: la asunción de Morena de la vieja hegemonía sistémica del PRI, la revalidación con Morena del modelo de partido hegemónico y la disolución del PRI y del PRD como partidos de intermediación social.
El sistema/régimen/Estado que fundaron Obregón, Elías Calles, Cárdenas, Alemán y Salinas de Gortari sigue vigente como estructura de administración del funcionamiento de las clases sociales y las últimas oscilaciones pendulares reconfirmaron el modelo de interpretación del ensayista marxista José Revueltas en 1976 en el sentido de que la clave del funcionamiento el estructura de poder en México se sigue sustentando en el control total y totalizador de las relaciones sociales, antes como sistema en modo de caja negra, luego a través de un partido que regenteó la lucha de clases y desde 1970 vía el liderazgo personal del presidente en turno de la República.
La alianza opositora y sus refuerzos de la derecha empresarial no han entendido la evolución del sistema político mexicano y su error consiste en el enfoque intelectual de que el gran debate en México es la democracia, cuando en la realidad el eje del poder radica en el control de las clases sociales mayoritarias, antes clases desposeídas y clases medias y hoy grupos sociales desclasados –el lumpenproletariado de Marx– que constituyen la nueva mayoría social y sobre cuyas necesidades atendidas se pueden garantizar los elementos indispensables de la estabilidad nacional.
La alianza opositora sumó al PRI y a su versión poscardenista como PRD, pero no pudo o no quiso reproducir la gestión de las relaciones sistémicas. Desde 1988, el lopezobradorismo fue haciéndose cargo de la administración de los sectores sociales sacrificados por la crisis económica y sobre todo el neoliberalismo de Salinas de Gortari 1980-2018.
El resultado estratégico para la oposición se localiza en la conclusión de que el PRI y el PRD perdieron ya todos sus vestigios de representatividad política y se convirtieron en un lastre para la nueva alianza de la ultraderecha: el PAN, la Coparmex, Claudio X. González y la internacionalización panista a través de su incorporación al grupo neoconservador encabezado por la ultraderecha española de Vox.
El bastión neoconservador panista se está concentrando en la zona geopolítica e histórica del centro de la República: Jalisco y Nuevo León vía el neoconservador colateral Movimiento Ciudadano y el eje Guanajuato-Aguascalientes-Durango. Sin un acuerdo orgánico entre el PAN y MC y el desplazamiento del PRI y el PRD, los escenarios de la alianza opositora para las dos gubernaturas de 2023 y las nueve de 2024 serán menores y Morena mantendrá la continuidad presidencial cuando menos un sexenio más.
La verdadera reconfiguración del mapa geopolítico nacional se debe observar en los movimientos estratégicos que haga el PAN dentro de la alianza opositora para soltar el lastre del PRI y el PRD y construir sin disfraces una coalición de derecha que reproduzca el escenario de 1938, cuando la radicalización del cardenismo convirtió al PNR en el partido corporativo de las clases sociales en disputa y el PAN nació en 1939 para oponerse a la nueva jerarquización sistémica.
Morena resistió una impresionante ofensiva opositora que culminó con el papel panista y proestadounidense de Porfirio Muñoz Ledo y sus acusaciones de pactos criminales, pero salió de las elecciones sin ningún raspón significativo, lo que debiera darle elementos analíticos a la oposición para reconstruir su estrategia de confrontación con el partido hoy dominante. El discurso antipopulista del sector conservador de los intelectuales también fue apabullado en las urnas como un mensaje de las prioridades ideológicas y políticas del electorado ajenas a los razonamientos de los críticos. El problema no ha radicado en la veracidad de los argumentos, sino en la identificación de necesidades de la sociedad y en la implementación de programas presupuestales asistencialistas.
El gran triunfador de las elecciones del domingo pasado fue el presidente López Obrador por su capacidad de liderazgo dentro de Morena y su habilidad para utilizar los resortes del poder como discurso electoral; y en este sentido, el mensaje de las cuatro gobernaturas embuchacadas son un aviso de como estará en 2024 si la alianza opositora es incapaz, otra vez, de darle una lectura estratégica a procesos electorales.
Política para dummies: La política se esconde en los votos.
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