Roberto Santiago 18 mayo, 2023 | Hace 2 años

PRD está peor que durante el salinismo y al borde de desaparecer

El piso histórico del Partido de la Revolución Democrática (PRD) solía ser de ocho por ciento, con 5.8 millones de votos, obtenidos en las elecciones legislativas federales de 1991. Se consideraba una anomalía, resultado de una campaña de persecución y aplastamiento conducida por el gobierno de Carlos Salinas de Gortari contra el movimiento de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

Su rango medio estaba entre el 16 por ciento de 1994 y el 25 por ciento de 1997, salvo los picos que obtuvo gracias al tirón que le dio Andrés Manuel López Obrador como su candidato presidencial en 2006 (35 por ciento) y 2012 (31 por ciento).

La época dorada del PRD cuando obtenía 13.5 millones de votos, en 2012 está muy lejana, pues en los últimos tres procesos federales cayó a 4.3 millones (2015), 2.9 millones (2018) y exiguos 1.8 millones (2021). 

Ésta última cifra representa menos de la tercera parte de la que obtuvo tres décadas antes, y casi la novena parte de los 15.8 millones de sufragios por López Obrador en 2012.

El disparador de su desplome fue precisamente López Obrador, que abandonó el partido tras los comicios de 2012 para fundar Morena, a resultas de su choque frontal con la corriente dominante en la  organización, Nueva Izquierda (conocida como “Los Chuchos”), debido a su alianza abierta con el gobierno priista de Enrique Peña Nieto, el cual, junto con el PAN, lanzaron el denominada Pacto por México.

En cada elección legislativa federal subsecuente desde entonces, el PRD ha perdido alrededor de la mitad del porcentaje obtenido en los comicios previos, desde el 27 por ciento de 2012, al 11.5 por  ciento en 2015, el 5.5 por ciento de 2012, y el 3.7 por ciento de 2021, en el que quedó al borde de perder el registro como partido político (se exige un mínimo de tres por ciento).

La escisión obradorista también coincidió con el derrumbe de su poder territorial –hasta su desaparición– , así como de su poder legislativo: si en 2006 alcanzó su cénit histórico, con seis  gubernaturas, 157 diputados y 36 senadores, hoy no gobierna ningún estado, y su grupo en la Cámara Baja quedó empequeñecido por sus nimios resultados, con solo 15 curules, casi la décima parte de su mejor momento.  

En el Senado, su bancada se redujo todavía más por las deserciones: de los ocho escaños que obtuvo en los comicios de 2018, sólo le quedan tres.

Registro de PRD está en riesgo
Las elecciones de 1991 fueron las primeras a las que concurría tras su fundación en 1989. Ese ocho por ciento de votos fue la mínima expresión a la que Salinas de Gortari logró reducir al movimiento de Cuauhtémoc Cárdenas después del fraude de 1988. 

Esto lo separó de sus partidos aliados, lo sometió a una persecución  sangrienta con saldo de cientos de muertos, castigó a los elementos del sistema que habían simpatizado con él, impulsó partidos supuestamente de izquierda y de mujeres -el PT- y ambientalista -el PVEM- para disputarle el voto alternativo y utilizó a los medios de comunicación para desprestigiarlo.

Aquel día electoral, 18 de agosto, un golpe de Estado cambió diametralmente los equilibrios políticos de todo el planeta. 

Por la noche, al reunirse a hacer el balance de la derrota, los perredistas de extracción socialista lamentaron también el fin de la Unión Soviética.

Tres décadas después, lo que queda del PRD solo sirve para que la coalición de los dos partidos de derechas trate de convencer de que es representativa de todo el espectro político, al incluir a un  pequeño asociado que sostiene un discurso de izquierdas.

Su dirigente, Jesús Zambrano, ha denunciado en varias ocasiones que el PRD fue excluido de la toma de decisiones sobre las principales candidaturas para los comicios de Estado de México y Coahuila, este año, y para los federales del próximo, incluidas las de la Presidencia y la Jefatura de Gobierno de Ciudad de México, incluso, el perredista ha tratado de presionar a sus aliados con la amenaza de abandonarlos.

“Nosotros no vamos a estar dispuestos a ir, no andamos pidiendo limosna a nadie. (…) Tenemos suficiente para continuar adelante”, afirmó en febrero.
Esta última aseveración no parece haber hecho temblar a panistas y priistas, pues no han hecho esfuerzos por convencer al público de que les importa la opinión del PRD. Y este partido no se ha  marchado.

La última vez que el PRD ganó una gubernatura, la de Quintana Roo en 2016, en realidad fue en junto

al PAN, con el préstamo de ambas franquicias a un grupo de poder local que creció en el priismo, el de Carlos Joaquín González, y que fue derrotado por Morena el año pasado.

Desde las filas perredistas continúa la trasfusión de militantes a Morena y a Movimiento Ciudadano, y en las elecciones de 2021, solo obtuvo victorias en siete de los 300 distritos electorales (2 en Michoacán, uno en Zacatecas, uno en Guerrero y tres en Ciudad de México) frente a 33 del PAN y 11 del PRI (más 63 de candidaturas comunes).

Las encuestas, además, no son halagüeñas y parecen confirman su tendencia a perder la mitad de su porcentaje en cada elección: no consideran ni una de sus figuras en la pasarela de presidenciables y le otorgan entre uno y dos por ciento de las preferencias, mientras que sus socios se mantienen en rangos de entre 10 y 15 por ciento, el PRI, y 12 y 19 por ciento, el PAN.

Si continúan adelante en solitario, les indican los sondeos, no tienen suficiente ni para conservar el registro.

Con información de Milenio.


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