RAMÓN ZURITA SAHAGÚN 20 febrero, 2023 | Hace 2 años
La llamada sociedad civil tendrá el próximo domingo una de sus últimas oportunidades de mostrar que va en serio la idea de su participación en el proceso electoral presidencial.
Circulan por la mayor parte de las redes sociales, el llamado para que la ciudadanía participe en la concentración que tendrá lugar el 26 de febrero en el Zócalo de la CDMX y en más de 60 ciudades del país, motivada por el rechazo a la reforma electoral, que conlleva nuevas disposiciones para la contienda electoral del 24.
El llamado “plan B” es el enemigo a vencer, aunque puede ser que para el 26 de febrero ya esté aprobado y entonces será la Corte la que defina si procede o no dichas modificaciones.
La marcha de noviembre pasado dejó un espacio difícil de llenar, ya que los 300, 400, 500 mil asistentes que circularon por Paseo de la Reforma, difícilmente sean equiparados a los asistentes al Zócalo, un espacio más reducido y que con 150 mil concurrentes luce abarrotado.
Sin embargo, el número de asistentes que respondan a esta convocatoria no deja de ser una mera cifra, ya que lo principal es confirmar si la sociedad civil se encuentra verdaderamente dispuesta a hacer equipo con los partidos políticos de oposición o si marcha sola (genera duda que lo haga) en busca de cambiar el destino del país.
Y es que después del gran logro de una multitudinaria asistencia a la marcha de noviembre pasado, poca actividad realizó esa llamada sociedad civil, que pareció conforme con mostrar parte del músculo con que cuenta.
Se llaman parte de la sociedad civil una serie de organismo que quedan pasmados la mayor parte del tiempo y que solamente salen a presionar cuando cuentan con un respaldo de otros organismos, pero que carecen de iniciativa.
La cercanía del proceso electoral presidencial no está tan lejana como algunos creen y mientras el partido gobernante está preparado para defender su supremacía y cuenta con aspirantes sólidos, los partidos de oposición y la sociedad civil, carecen de una figura que pueda concentrarlos en un solo ente que compita con los aventajados miembros del partido en el poder.
En esta ocasión, fue seleccionado el ex ministro de la Corte, José Ramón Cossío como el orador principal, pero éste, al igual que José Woldenberg, el orador anterior, son figuras con cierto respeto, pero que no convocan a nadie y no pintan para ser candidatos competitivos.
La oportunidad es única para que alcen el brazo aquellos que creen tener posibilidades de representar a la sociedad civil para una competencia interna con los aspirantes de los partidos de oposición y comenzar a trabajar en pro de algún personaje que pueda plantarse con grupos organizados, buen discurso, dinero, carisma y empatía ante quien resulte ser el candidato o candidata del partido gobernante.
Hasta ahora, no asoma por ningún lado y los personajes que se mueven en los partidos que conforman la alianza Va por México son de causar pena. Los priistas Ildefonso Guajardo, Alejandro Murat, Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid, así como los panistas Santiago Creel, Mauricio Vila y Lilly Téllez, poco impactan en el electorado, mientras que Silvano Aureoles y Miguel Ángel Mancera, primero deberán arreglar los asuntos que dejaron pendientes como gobernantes.
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Finalmente, Federico Döring se convirtió en coordinador de los diputados panistas en la CDMX, en sustitución de Christian von Roehrich, a quien se considera prófugo de la justicia y vinculado al llamado cártel inmobiliario.