Rubén Aguilar 19 enero, 2023 | Hace 2 años

Una CNDH sumisa al presidente

En los primeros cuatro años a cargo de la CNDH, Rosario Ibarra Piedra ha mostrado una entrega absoluta e incondicional a lo que se le ordena desde Palacio Nacional. Así seguirá en los próximos dos años.

Con el nombramiento de Rosario Ibarra Piedra, militante de Morena, como presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), se hizo evidente que el presidente López Obrador quería una institución sumisa.

En los primeros cuatro años a cargo de la CNDH, Ibarra Piedra ha mostrado una entrega absoluta e incondicional a lo que se le ordena desde Palacio Nacional. Así seguirá en los próximos dos años.

López Obrador no quería una CNDH autónoma que, como parte de su misión sustantiva, criticara los abusos del poder y la violación de los derechos humanos de las instancias del gobierno.

En su imaginación, con el apoyo de Ibarra Piedra, construyó un país donde el gobierno no viola los derechos humanos. La CNDH no hace ninguna observación sino que ignora o justifica su violación, para eso está.

Para López Obrador el tema de más derechos humanos nunca ha sido una prioridad. Es algo que le molesta. En su visión el Poder Ejecutivo no debe ser observado por ningún órgano autónomo.

En estos cuatro años la CNDH no ha dicho nada en contra de la militarización de la seguridad pública, el asesinato de los periodistas o los ataques sistemáticos del presidente ante la libertad de prensa.

Nada ante la política migratoria del actual gobierno que persigue y deporta, violando los derechos humanos, a los migrantes en particular a los Centroamericanos, para seguir la política dictada desde Washington.

Y tampoco ha defendido a la ciudadanía en contra del gobierno federal cuando le ha quitado derechos que había adquirido como el Seguro Popular o la escuela de tiempo completo.

Es público y probado que Ibarra Piedra fue electa mediante un fraude que en el Senado realizó Morena y sus aliados, que no tiene precedente en la historia del Poder Legislativo.

A partir de ese momento, la CNDH, con una presidenta espuria, inicia el periodo de sumisión a López Obrador que ha caracterizado su actuación estos cuatro años.

Los defensores de los derechos humanos califican a la CNDH como una institución al servicio del gobierno federal, “incluso en sus decisiones más autoritarias y en prejuicio de la población”.

Y añaden que la CNDH de Ibarra Piedra está ahí no para defender los derechos humanos sino para hacer lo que se le ordene en Palacio Nacional.

Una de las grandes tareas del gobierno que asuma la presidencia de la República en octubre de 2024 será restablecer la autonomía de la CNDH y poner al centro de la gestión del gobierno el respeto a los derechos humanos.

@RubenAguilar

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